Si bien en cotas menores de este territorio podemos apreciar todavía una elevada influencia mediterránea (encinares, vegetación autóctona de porte bajo como tomillo, lavanda, …), la mayor parte de este parque natural está cubierto por comunidades vegetales de índole eurosiberiana o boreoalpina.
En altitudes medias se atisban bosques de pino rojo y extensos prados de leguminosas variopintas, que van cediendo paso en altura a inmensos bosques de pino negro y abetos, para concluir en elevadas cumbres con suaves prados naturales y plantas vivaces de rocalla de diversas tonalidades.
Hasta 1.500 especies abarca el elenco botánico de los ecosistemas de especies vegetales en este territorio, dándonos idea de la variabilidad y riqueza de la miel de flora montana autóctona.
Debido a una climatología extrema, la miel de flora montana autóctona es recolectada mayoritariamente durante el breve estío, del cual aprovecha su vivaracha luz, originando un producto tradicional de ambarino color oscuro intenso, salpicado de tonalidades rojizas.
Su sabor es dulce y poderoso, con notas ligeramente ácidas en ocasiones (cuando abunda la zarza), más saladas en otras (si prevalecen los mielatos, brezos u otras especies acidófilas) o neutras (si alcanzan el tomillo temprano).
Posee así mismo un penetrante aroma floral intenso, muy duradero, con trazos herbáceos propios de la predominancia leguminosa, mitigado y dulcificado por especies más delicadas de floraciones atractivas para las infatigables abejas pecoreadoras, que salen de su colmena para realizar interminables y fructíferos viajes.
Goza de un amplio elenco de minerales (hierro, potasio, calcio, fósforo y magnesio), siendo así mismo rica en antioxidantes, minerales y vitamina C.
250g