Cuando descubrimos una pequeña anécdota personal sobre un personaje público, una parte de nosotros suele tender a la curiosidad. Desde luego, yo suelo anotar mentalmente la anécdota para comprobar si ese pastel preferido, esa hora para hacer ejercicio o ese lapicero que gustaba aquel personaje son también de mi agrado.

Hace unos días uno de nuestros clientes en la tienda vino a por su bolsa de Té negro Lapsang Suchong, un té ahumado de sabor intenso. Comentamos la anécdota sobre si era el té preferido de Winston Churchill y a qué nos recordaba el sabor de este té tan curioso.

“Es como beberse una noche frente a la chimenea.”

“Como recordar las hogueras de San Juan.”

“Sabe a barbacoa, a humo, a invierno en un pueblo de montaña.”

Y es que este té tan especial tiene un paso extra en su secado: el ahumado. La leyenda de este té habla de una época de guerra en la que grandes cantidades de “camelia sinensis” se quedaron sin procesar. Cuando los empleados tuvieron nuevamente acceso a la fábrica después de la retirada de las tropas, decidieron secar rápidamente las hojas con hogueras de ramas de pino, dándole un toque ahumado que triunfó entre el público. 

Dentro de las aficiones de Churchill se contaban los puros habanos y el Johnnie Walker etiqueta negra, que también tiene algunos toques ahumados, lo que parece constatar su gusto por este especial sabor. 

Hoy en día su consumo está mucho más extendido como saborizante a humo que como bebida, siendo común su uso en ahumados, cócteles e infusiones de aceite para aromatizar platos. Como no se necesita humo real en el proceso, es una forma muy buena de añadir un toque barbacoa a tus platos sin necesidad de llamar a los bomberos después. 

¿Te apetece probarlo?